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Se trata de cifras en las que nunca nos gustaría participar, pero lo cierto es que cada año los medios aéreos de la Dirección General de Tráfico (DGT) llevan a cabo más de 20.000 mil propuestas de multa a todos esos conductores que circulan por las vías españolas excediendo la velocidad máxima permitida. La cifra, de por sí, ya suena abultada, pero lo cierto es que la tecnología para sancionar no deja de evolucionar con el paso del tiempo y aunque lo más común es que cuando pienses en una multa por exceso de velocidad, inmediatamente te vengan a la mente los radares en las carreteras, no debes olvidar que también nos están vigilando desde las alturas.

En la actualidad, los radares ya se pueden instalar donde las autoridades de tráfico deseen o más bien, consideren necesario u oportuno para cazar a los infractores. Se dan habitualmente ubicaciones remotas (en el caso de los radares que no son fijos) para que ningún conductor pueda reaccionar a tiempo. Pero la cosa va más allá. La evolución de la DGT en el sistema de detección de infracciones permitió, desde hace tiempo, que se pudiese contar con una Unidad de Medios Aéreos, donde el objetivo es vigilar y sancionar los excesos de velocidad que se detecten en las carreteras, sobrevolando los coches desde el aire. Y el método, en la mayoría de ocasiones, es muy difícil de detectar. Por eso te contamos cómo controlan los nuevos helicópteros Pegasus el tráfico en las carreteras.

Cómo funcionan los radares aéreos de la DGT

Cuando el helicóptero de la DGT se pone en marcha para cazar a los infractores, este se posiciona sobre los vehículos para mantener una visión directa de cada uno de ellos. En ese momento no habrá preferencias por el sentido en el que circule el vehículo, pues las imágenes pueden capturarse de frente o desde la parte de atrás. El motivo, la cámara de alta definición con la que está dotada el helicóptero. 

El Pegasus está controlado por un operador, pero tiene una particularidad: a pesar de ser más rápido que un coche, su autonomía es limitada a 700 kilómetros. Este detalle afecta al área de operaciones del aparato, que no podrá alejarse demasiado de la base de la que ha despegado. El piloto deberá tener siempre ese detalle en cuenta, aunque el helicóptero está controlado por un operador que se encarga de enfocar el vehículo al que quieren penalizar para captar las imágenes. Un proceso sencillo que consta de cuatro partes.

  1. A partir de la posición en la que se encuentre el helicóptero, un GPS calcula las coordenadas del vehículo.
  2. Un telémetro láser se encarga de medir la distancia exacta que existe entre el helicóptero y el vehículo.
  3. Con las posiciones sucesivas, es suficiente para conocer cuál es su velocidad. El sistema del que está dotado el helicóptero mide cada tres segundos y calcula la media. Puede detectarla entre 80 y 360 km/h (y nunca multará de noche, pues no cuenta con un sistema de visión infrarroja).
  4. La infracción en cuestión queda grabada y se tramita por vía telemática para que llegue al infractor.

Los Pegasus llevan a cabo todo este procedimiento a una altura de entre 300 y 700 metros de los vehículos. La distancia media de los vehículos a los que controla es de un kilómetro y ahí está la clave de todo. Porque ante esa separación, resulta prácticamente imposible conocer si nos está sobrevolando uno de esos helicópteros y nos tienen en el punto de mira.

Cámaras de alta definición para los helicópteros

Cámaras de alta definición para los helicópteros

Más allá de los drones que han irrumpido actualmente, el aparato estrella de esa Unidad de Medios Aéreos de la DGT es el helicóptero Pegasus del que te hablábamos. El recurso es de lo más efectivo, ya que la apuesta de la Dirección General de Tráfico en él es incuestionable. Año tras año se introducen nuevas tecnologías para multar con mayor eficacia y actualmente, en Tráfico, se cuenta con hasta 13 unidades de este tipo. Te podrás preguntar qué tienen de especial y por qué son tan efectivos. La respuesta es sencilla: están dotados de cámaras y radares que a través de los pasos explicados anteriormente, les hacen infalibles. 

Para demostrar las afirmaciones no hay nada mejor que un ejemplo y ese, son las 20.000 propuestas de sanción que reclutaron estos helicópteros a lo largo del último curso. Y eso que únicamente estaban relacionadas con infracciones de límites de velocidad. Todo, gracias a unas nuevas cámaras de alta definición panorámicas (únicamente están instaladas en 10 de ellos) que siguen al vehículo y acompañan a un sofisticado teleobjetivo que lee las matrículas del infractor y tiene la capacidad de detectar velocidades superiores a los 300 km/h.

Mucho más que radares y exceso de velocidad

Es incuestionable que el objetivo más importante de los radares de tráfico es el de acabar con los excesos de velocidad. Pero la prioridad no descuida otros apartados y más allá de vigilar las autovías y autopistas españolas (con excepción de las islas Baleares y Canarias), Pegasus también opera en la red secundaria de carreteras nacionales e incluso autonómicas. Porque los radares de estos helicópteros no solo persiguen los excesos de velocidad.

La capacidad de estos helicópteros para controlar todo lo que sucede durante muchos kilómetros en poco tiempo y sobre todo, la precisión y resolución de esas cámaras de alta definición, hacen que Pegasus sea capaz de identificar también otras infracciones que incluso pueden ser mucho más graves que un exceso de velocidad. Hablar por el móvil mientras conducimos, cambios de carril con línea continua, adelantamientos peligrosos o no llevar el cinturón de seguridad son algunos de los ejemplos y acciones a evitar, si no quieres recibir sorpresas. Porque recuerda que detectarlos es prácticamente imposible, pero evitar una sanción sí está en tus manos.